Creo que ahora que se hace más caso a la salud mental se están poniendo estos temas en la palestra, ahora que los primeros niños in vitro son adultos.
Maria Sellés, 32 años
“Siento que me han amputado algo. Es como si te dijeran: como ya tienes dos brazos, te cortamos uno”
“Mi madre decidió ser madre sola en 1991 y recurrió a un banco de esperma. Yo lo supe desde siempre. Ni siquiera recuerdo un momento en el que me sentasen y me lo contasen, pero no entendía por qué no podía hablarlo con mi abuela o mis tíos. Mi madre me lo explicaba de una manera muy técnica y yo pensaba que sería algo malo si no lo podía hablar. Lo vivía muy mal. Quería conocer. No sabía ni por dónde empezar a romper la burbuja de mi madre. No quería que sintiese que no la quiero. Finalmente, a los 29 años le dije que no podría sentir este peso. Hice un escrito y se lo enseñé.
He canalizado mi rabia hacia el activismo, fundando la asociación AFID y llevando el Instagram de @nda.drets. Para mí, la lucha, el quejarme, significa visibilizar.
Quiero tener acceso a una información que me corresponde. Después ya qué relación pueda tener con este señor ni me lo planteo. Le guste o no a la gente, mi padre biológico y yo estamos vinculados, y eso es una verdad como un templo. Quiero poder hablar con él y luego ya veremos si nos caemos bien.
La mayoría de los que hacemos el activismo somos hijos de madres solas o gente que ya ha perdido a su padre, bien porque ha fallecido o porque no está presente en sus vidas. Es incompatible un padre presente con que te digan la verdad sobre la donación de semen. Conocemos a muchas personas que no lo han sabido hasta que el padre se ha muerto o los abandonó, y entonces sí que la madre se lo dijo. Existía el miedo patriarcal a que se supiese que un hombre es estéril. En las familias de lesbianas o los casos de madres solas evidentemente la pregunta surge, pero siempre que esta información se puede ocultar se oculta. Incluso hay casos de parejas de lesbianas que ocultan que ha habido donación de óvulos. Existe el tabú de la sangre, y encima venimos de la tradición católica, que aún pesa mucho.
El tema médico es importante pero yo he sufrido más esa pérdida por una cuestión de salud mental. Siento que me han amputado algo. Me dicen: ya tienes a tu madre. Pero eso es como si te dijeran que como tienes dos brazos, te cortan uno. También me molesta mucho que me digan que fui muy deseada o que tuve mucha suerte. Eso es muy invalidante de mi realidad.
Siempre se habla del duelo genético de las personas que buscan un bebé porque en la reproducción asistida todo está enfocado desde la perspectiva de la gente que hace la crianza, no de los nacidos. Todo se mira para que unos padres que quieran tener un hijo lo puedan hacer, pero el derecho a tener hijos no existe. El único derecho real es el de las personas a conocer sus orígenes. Nosotras no somos un sueño, eso me parece terrorífico, como si fuera comprarse un perro o hacer un viaje.
Mi madre, que está a tope también con el activismo, presionó a la clínica y se enteró de que de mi donante habían salido cinco embarazos. Pienso que tengo al menos cuatro hermanos, quizá más, si el donante fue a varias clínicas, y tengo la esperanza de conocerlos algún día”.
Luego voy poniendo más testimonios por no poner todos de golpe.